martes, 16 de junio de 2015

Quien tiene un perro...

Quien tiene un perro, tiene algo más que un amigo fiel, ¡Tiene un tesoro! Un tesoro de perro...

La adopción de una mascota conlleva aparejados algunos cambios significativos en la vida de una familia. Esto, sobre todo, cuando la adopción se hace de forma responsable como vengo defendiendo desde el comienzo de mis intervenciones.

En estos días de aprendizaje ha llegado a mis oídos un término que no conocía, no sé vosotros... Dicho término es FURKID: dícese del animal de compañía (perro o gato) al que se le trata como a un hijo -no lo busquéis en el diccionario de la R.A.E, no está. Interesante término y no menos interesante pregunta de encuesta para abordar a los padres/madres adoptivos de mascotas por la calle. Yo tengo mi propio punto de vista pero claro... es mío y puede no gustarle a todo el mundo. Imagino que mis compañeros de especie tendrán cada uno su opinión al respecto, también habría que abordar el experimento desde la parte canina y preguntar algo así como... A ver... compañero perro... ¿Te gusta que te hagan coletas, te pongan un jersey y te echen colonia hasta no poder parar de estornudar teniendo que refregarte después por todas las paredes y el suelo (paro a respirar) o... prefieres un buen campo de tierra medio mojada donde poder escarbar y hacer la croqueta poniéndote perdido de tierra? Tanto esto último como lo primero también lo hacen y se les hace a los hijos humanos y yo que he estado dándole vueltas al tema creo que todo el meollo del asunto reside en cómo ha evolucionado la sociedad y la relación humano-can.

En el primer siglo de nuestra época, los romanos, aficionados a la caza al igual que los griegos, ya tenían perros "guardianes del hogar". Ya podemos imaginar lo que pensaban los romanos de las coletas, trencitas y otras zarandajas en lo que respecta a los canes cuando las legiones de Julio César iban acompañadas de aquellos impresionantes canes musculados de potentes mandíbulas que, para más detalle, eran fieles compañeros de los gladiadores. No puedo olvidarme en este punto de Lucio J. M. Columela, filósofo, historiador, poeta y sabio que describió a los perros en su obra "De Re Rustica"  y donde animaba a los labradores a hacerse con un perro, en preferencia a cualquier otro animal, por tres motivos fundamentales:

1.- Hacer de guardián de la casa y sus moradores.
2.- Rechazar las intrusiones de los amigos de lo ajeno así como de otras fieras en los establos.
3.- Como útiles en la cacería.

No ha cambiado mucho la cosa desde aquellos entonces en lo que a motivos se refiere. En todas las épocas de nuestros antepasados la historia se ha venido repitiendo. En la alta Edad Media también era muy preciada la compañía canina y a pesar de las prohibiciones de los concilios merovingeos y carolingeos aquellos hombres se adentraban en sus bosques de cacería con sus perros fieles.
Cuenta la leyenda que por aquellos entonces, la Beata Juana de Aza, madre de Santo Domingo, soñó con que un perrito salía de su vientre con una antorcha encendida y considerándose incapaz de comprender el significado de aquello decidió buscar interpretación y peregrinó hasta el monasterio Benedictino para pedir explicaciones al Santo. Allí comprendió que su hijo sería el encargado de encender el fuego de Jesucristo y le puso de nombre Domingo, de Dominicus procedente de Dominicanus "el perro del Señor".

Leyendas aparte, entre aquellas gentes también vivían (como hoy en día) personas sin corazón que no se planteaban ni siquiera en querernos "algo" y aún sin tener la posibilidad de abandonarnos en gasolineras, sí tenían "capacidad" para tacharnos de brujos y ahorcarnos junto con nuestros dueños. Seguiré defendiendo, visto lo visto, que hay que tener suerte con el dónde se nace y se pace.

A modo de conclusión y volviendo a la época que nos ocupa (que yo me pongo a filosofar y no paro) los perros somos perros, señores humanos, ya lo decía Columela. Disculpe la molestia el que se sienta ofendido. Necesitamos mucho cariño, vuestra compañía, un aseo propio de perro, mucho juego, mucho salir a la calle a pasear y a disfrutar pero, sobre todo, necesitamos que no proyecten en nosotros como raza otros anhelos y pensamientos propios de otras especies. Pueden ustedes liberar todas las tensiones que tengan acumuladas y olvidarse de todos sus problemas cotidianos junto a nosotros sin olvidar quienes somos y si les apetece, podemos invertir la experimentación y pueden ustedes dejarnos a nosotros hacer de ustedes, aunque sean sólo 24 horas, que piensen y miren a través de nuestros ojos.
Digo yo que lo más correcto será encontrar el término medio en la convivencia, siendo conscientes de las necesidades consustanciales de mi especie y dejándonos ser lo que somos, "no humanos".

Otro día les contaré todo lo que he leído sobre la empatía y la oxitocina en nuestras relaciones comunes.

Hasta pronto!

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con tus palabras y con tu sentir. Un saludo.

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    1. Eva, muchas gracias a tí por las tuyas. Me hace mucha ilusión verte aquí. Hace tiempo que sigo tu blog. Es fantástico.
      Un abrazo.

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Si quieres dejarme un comentario estaré encantada de leerte en algún descanso de mi agitada vida. Gracias.
Sam.-