viernes, 1 de mayo de 2015

Adaptando mi instinto a la vida humana.


Llevo cinco días intentando controlar mi instinto... ¡Mentira! Más que mentira... ¡Imposible! Necesito comerme todo lo que tengo a mano. Me vienen bien las zapatillas, los calcetines, las sillas, los cables que cuelgan, me encantan los pies cuando caminan descalzos... Busco todo el rato algo que llevarme a la boca. 

Hasta ahora, a parte de correr a más de 1000 por el césped, lo más entretenido está siendo el intento de comerme el carbón que está debajo de la barbacoa. El acceso está difícil, el hueco es casi parecido al de una madriguera, de vez en cuando consigo una presita y no veas cómo me pongo los morros y los dientes. Otras veces tienen que venir a rescatarme de allí abajo, soy bastante cabezona y por intentarlo que no quede la cosa. La verdad es que no me dejan que me coma el carbón y las zapatillas, van todo el rato observando lo que hago, algunas veces tengo que poner carilla de no saber que va conmigo el "shhhhh", hay tantas cosas interesantes por descubrir que no puedo resistir las ganas de cazar todo lo que puedo. Las hojas que se mueven son un misterio, los pájaros que están en la jaula del patio aún no me generan mucho atractivo (ya veremos dentro de unos meses), el viento, las hormigas, las moscas... ¡Es todo tan interesante! He escuchado decir que intentar que yo no haga esas cosas es como sacar a un pez globo del fondo del mar y meterlo en un vaso de tubo.


Llegué el lunes pasado y hasta ahora todos hemos vivido unos días de adaptación. La primera noche me desperté muchas veces pero cada día he ido adaptándome un poquito más a mi nueva vida. Creo que a alguna dormilona que otra se le ha acabado eso de estar en la cama hasta tarde. Me despierto por las mañanas temprano y ya empieza una nueva aventura. Hoy me asalta una incógnita a la cabeza: ¿Conseguirá Natalia que yo no le muerda los pies? Nada más quiero jugar con ella, aunque a veces, se me escapa y trinco "bocao" más fuerte de la cuenta, aún soy muy cachorro. Ella ha empezado a pensar que no la quiero por eso, no entiende que va con mi instinto y que hasta ella, cuando era un bebé, se llevaba todo a la boca. Aún soy pequeñita y a todos nos queda mucho que aprender hasta que logremos comunicarnos con un mínimo de entendimiento.




Me han dicho que en unos días me van a llevar a la playa para que corra y juegue. Ya contaré mi aventura. 
De momento me quedo por aquí descansando un rato de tanta actividad.



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Sam.-